viernes, 5 de julio de 2013

Mañana se cumplen 10 Años de Esta Tapa

Les juro que no quería ir, sabía que me iban a llamar, me iban a tratar de convencer, pero estaba seguro de mi decisión y nada la haría cambiar.
Aquel viernes por la tarde me llamaron al trabajo y les di un no rotundo, no pensaba ir a la cancha, mi decisión era inalterable, en el recuerdo todavía estaba muy fresco la tarde del Chateau Carreras, hoy Mario Kempes, el baile que nos comimos esa hermosa mañana en el Centenario con ese equipo de camiseta verde y mucha publicidad. Estaba cenando cuando me llama Gabriel, y me conmueve, sabía en donde pegarme, me dice “Si no venís no podemos ir, de los que vamos solo maneja mi primo” y lo logró, no podía robarles eso. Y así salimos, tempranito para Córdoba, uno de estos días les voy a describir el viaje porque es digno de una “Road Movie”. Casi nadie sabía que me había ido para Córdoba, recién se enteraron cuando me vieron por TV pegado al alambrado, en ese pedacito infame de tribuna que nos dieron, estaba parado ahí porque era el único lugar en donde no pegaban los piedrazos que nos tiraban desde al lado, la separación entre ambas parcialidades eran ínfimas, para peor, detrás de la tribuna lateral había una casa abandonada, ideal para aprovisionarse de piedras. Vi todo el partido así, lo sufrí demasiado, solo quería que termine, el frío de esa noche cordobesa fue cruel, y, a segundos de consumar la hazaña, llegó ese puto córner, me di vuelta como presagiando el final, el Chapu ya se había ido expulsado, y de pronto el estadio explotó, nuevamente la película se repetía, vi a German Rodríguez sentado en la tribuna llorando, como yo mismo lo estaba haciendo, les juro que fue la primera vez que lloré en una cancha, el viaje de vuelta fue eterno, demoledor, el resto, es historia conocida.
Todo eso llevábamos hace 10 años a la cancha de Ferro, toda esa carga de miedo, de sed de revancha, de locura, de no poder creer que otra vez el destino nos pusiera en esa encrucijada, si un tiempito atrás, después de lo de Córdoba, habíamos tenido otra chance jugando de local con El Porvenir, el histórico clásico de Arsenal de Sarandí, que hoy elige y se lleva jugadores como si fuera su homónimo de Inglaterra, pero bueno, esa es otra historia, diciembre del 2001, en el país poco pasaba no? Tuvimos otra chance si Olimpo no ganaba, y Olimpo en 10 minutos ganaba 14 a 0, encima los goles los hacia Ceferino Díaz, sí, todo eso llevábamos con nosotros a Ferro. Algunos dicen que presagiaban que el destino iba a ser distinto, yo les juro que no tengo idea, solo fui, como siempre, y ahí estábamos, orgullosos de ser cerveceros, en esa tribuna que explotaba, ni hablábamos del partido, ni de táctica, ni de estrategia, lo nuestro solo era sentir, y gritar y amar estos colores que herede de mi viejo. Por un momento se me paso por la mente aquel puestito de panchos que voló para la cancha en esa misma tribuna, rápido volé ese recuerdo, y el partido fue eterno, tiraron esas bombas de papelitos y empezó media hora después de lo previsto, y el tiempo no pasaba más, defendíamos con locura desde la cancha y desde la tribuna, y el tiro en el palo del Topo Gómez paso casi desapercibido, y llego ese lateral y el partido terminó, esta vez festejábamos nosotros, otra vez volví a llorar en una cancha, pero esta vez de alegría, El Tero Di Carlo, Fabio Pieters, Lucho Sosa, El Yagui Forestello, el Topo Gomez y Mugnaini se podían ir bien a la mierda, la alegría llegaba por fin al sur, y esa caravana eterna, la fiesta en el centenario, la ciudad era una fiesta, que alegría viejo.
Hoy hace 10 años, en tiempos en que tanto pelean por un puto contrato y tanto importa lo económico les digo, este sentimiento no tiene precio, la alegría de haber estado ese día ahí va a vivir siempre conmigo.
Mañana se cumplen 10 años de esta Tapa, Chapu volvé a tu casa, el viaje terminó.

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